martes, 11 de mayo de 2010


Obras Romanticas

Jose De Espronceda

Poesías

A Jarifa en una orgía

A la patria

A una dama burlada

A una estrella

Al sol

Canción de la muerte (Débil mortal no te asuste)

Canción del pirata

Despedida del patriota griego de la hija del apóstata

El arrepentimiento (Canto a Teresa - atribuida)

El canto del cosaco

El mendigo

El pescador

El reo de muerte

El verdugo (De los hombres lanzado al desprecio)

Guerra

Himno al dos de mayo

La cautiva

La desesperación

Óscar y Malvina

Serenata

Romances

A la noche


Sonetos

A ***

A la muerte de Torrijos y sus compañeros

A un ruiseñor

Fresca, lozana, pura y olorosa


Teatro

Amor venga sus agravios (1838)

Blanca de Borbón

Ni el tío ni el sobrino


Novelas

Sancho Saldaña ó el Castellano de Cuéllar (1834)


Poema A Jarifa, En Una Orgía de Jose de Espronceda

Trae, Jarifa, trae tu mano, ven y pósala en mi frente, que en un mar de lava hirviente mi cabeza siento arder. Ven y junta con mis labios esos labios que me irritan, donde aún los besos palpitan de tus amantes de ayer.

¿Qué la virtud, la pureza? ¿qué la verdad y el cariño? Mentida ilusión de niño, que halagó mi juventud. Dadme vino: en él se ahoguen mis recuerdos; aturdida sin sentir huya la vida; paz me traiga el ataúd.

El sudor mi rostro quema, y en ardiente sangre rojos brillan inciertos mis ojos, se me salta el corazón. Huye, mujer; te detesto, siento tu mano en la mía, y tu mano siento fría, y tus besos hielos son.

¡Siempre igual! Necias mujeres, inventad otras caricias, otro mundo, otras delicias, o maldito sea el placer. Vuestros besos son mentira, mentira vuestra ternura: es fealdad vuestra hermosura, vuestro gozo es padecer. Yo quiero amor, quiero gloria, quiero un deleite divino, como en mi mente imagino, como en el mundo no hay; y es la luz de aquel lucero que engañó mi fantasía, fuego fatuo, falso guía que errante y ciego me tray.

¿Por qué murió para el placer mi alma, y vive aún para el dolor impío? ¿Por qué si yazgo en indolente calma, siento, en lugar de paz, árido hastío?

¿Por qué este inquieto, abrasador deseo? ¿Por qué este sentimiento extraño y vago, que yo mismo conozco un devaneo, y busco aún su seductor halago?

¿Por qué aún fingirme amores y placeres que cierto estoy de que serán mentira? ¿Por qué en pos de fantásticas mujeres necio tal vez mi corazón delira,

si luego, en vez de prados y de flores, halla desiertos áridos y abrojos, y en sus sandios o lúbricos amores fastidio sólo encontrará y enojos?

Yo me arrojé cual rápido cometa, en alas de mi ardiente fantasía: doquier mi arrebatada mente inquieta, dichas y triunfos encontrar creía.

Yo me lancé con atrevido vuelo fuera del mundo en la región etérea, y hallé la duda, y el radiante cielo vi convertirse en ilusión aérea.

Luego en la tierra la virtud, la gloria, busqué con ansia y delirante amor, y hediondo polvo y deleznable escoria mi fatigado espíritu encontró.

Mujeres vi de virginal limpieza entre albas nubes de celeste lumbre; yo las toqué, y en humo su pureza trocarse vi, y en lodo y podredumbre.

Y encontré mi ilusión desvanecida y eterno e insaciable mi deseo: palpé la realidad y odié la vida; sólo en la paz de los sepulcros creo.

Y busco aún y busco codicioso, y aún deleites el alma finge y quiere: pregunto y un acento pavoroso «¡Ay! me responde, desespera y muere.

Muere, infeliz: la vida es un tormento, un engaño el placer; no hay en la tierra paz para ti, ni dicha, ni contento, sino eterna ambición y eterna guerra.

Que así castiga Dios el alma osada, que aspira loca, en su delirio insano, de la verdad para el mortal velada a descubrir el insondable arcano.»

¡Oh! cesa; no, yo no quiero ver más, ni saber ya nada: harta mi alma y postrada, sólo anhela descansar. En mí muera el sentimiento, pues ya murió mi ventura, ni el placer ni la tristura vuelvan mi pecho a turbar.

Pasad, pasad en óptica ilusoria y otras jóvenes almas engañad: nacaradas imágines de gloria, coronas de oro y de laurel, pasad.

Pasad, pasad mujeres voluptuosas, con danza y algazara en confusión; pasad como visiones vaporosas sin conmover ni herir mi corazón.

Y aturdan mi revuelta fantasía los brindis y el estruendo del festín, y huya la noche y me sorprenda el día en un letargo estúpido y sin fin.

Ven, Jarifa; tú has sufrido como yo; tú nunca lloras; mas ¡ay triste! que no ignoras cuán amarga es mi aflicción. Una misma es nuestra pena, en vano el llanto contienes… Tú también, como yo, tienes desgarrado el corazón.




Jose De Espronceda



José de Espronceda es el prototipo de poeta romántico en España. Liberal exaltado, activista político y lírico desbordado, su temprana muerte a los 34 años lo convirtió en el poeta del Romanticismo español por excelencia.

Un Romanticismo tardío, más íntimo y poco inclinado por temas político-sociales, es el que aparece en la segunda mitad del siglo XIX, con la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, la gallega Rosalía de Castro, y Augusto Ferrán, que experimentaron el influjo directo con la lírica germánica de Heinrich Heine y del folclore popular español, recopilado en cantares, soleás y otros moldes líricos, que tuvo amplia difusión impresa en esta época.

Esteban Echeverria


Era hijo de la porteña doña María Espinosa y del español vizcaìno José Domingo Echeverría.

A temprana edad perdió a su padre y fue iniciado en sus primeras letras por su madre. Comenzó la escuela primaria en la escuela de San Telmo, pero al poco tiempo queda también huérfano de su madre, quien falleció en 1822. Desamparado, comenzó una azarosa vida adolescente, que agravó ciertos problemas cardíacos que lo aquejaban y, con el tiempo lo obligaron a cambiar de vida y asentarse.

Ingresó en el recientemente creado Departamento de Estudios Preparatorios de la Universidad de Bueno Aires y en la Escuela de Dibujo de la misma, a la vez que, en 1823, comenzó a trabajar como dependiente en el comercio de los hermanos Lezica, que ya por entonces tenía representación en países de Europa y América.


La poesía gauchesca

El gaucho fue la inspiración profunda de muchas obras durante la época romántica. Dos autores argentinos destacados, Domingo Faustino Sarmiento y José Hernández, representaron la figura del gaucho en dos maneras distintas en sus obras.
Sarmiento publicó su obra más famosa, Facundo o civilización y barbarie, en 1845. El escritor presenta su imagen del bárbaro- el enemigo verdadero de la civilización- por el protagonista gauchesco de la obra, Juan Facundo Quiroga. Sarmiento enfoca en la brutalidad y la ignorancia del gaucho argentino y presenta Quiroga y su vida campesina como un símbolo de las fuerzas contra el progreso y las reglas de la sociedad civilizada.
Domingo F. Sarmiento, fotografía de Culver Pictures.



A diferencia de la descripción del gaucho de Sarmiento, Hernández presenta el gaucho como un víctima de los abusos de la autoridad central. En sus dos largos poemas narrativos, La ida de Martín Fierro (1872) y La vuelta de Martín Fierro (1879), Hernández enfoca en los valores y las costumbres del gaucho. El autor detalla la vida del gaucho con mucha nostalgia y respeto; El gaucho y su modo de vivir representa no la barbarie de Sarmiento, pero lo bueno de la civilización misma según Hernández.




Romantisismo Hispanoamericano


La ruptura con la rigidez y la imitación clásica del neoclasicismo occurió con el advenimiento del movimiento romántico al final del siglo XVIII en Europa. Aunque el romanticismo ya se extendió por toda Europa, el movimiento no comenzó en Hispanoamérica hasta 1830. Al principio del romanticismo hispanoamericano la literatura enfocó en la reforma mientras los escritores románticos buscaban un escape de la turbulencia política y social de la época. El romanticismo hispanoamericano se asociaba casi exclusivamente con el liberalismo de los autores europeos como el francés Victor Hugo que los conservadores como Chateaubriand. Los elementos principales del estilo romántico incluyeron el subjetivismo, el sentimentalismo y la libertad artística. El amor y la pasión, la muerte trágica, la libertad del individuo, la devoción patriótica y la independencia eran los temas esenciales en el movimiento, aunque el romanticismo hispanoamericano también se enfocó en los temas del indio y el esclavo y la historia política. Los románticos rechazaron el lenguaje convencional de los neoclásicos y renovaron el estilo linguística con los regionalismos y el habla del pueblo indígena.



El escritor argentino José Mármol publicó lo que se considera el vivo ejemplo de la novela romántico en 1851 en Uruguay. La novela, Amalia, critica la dictadura del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel Rosas, y la brutalidad de su gobierno. La historia se enfoca en los dos protagonistas, Eduardo Belgrano y su novia Amalia. Belgrano es miembro del partido Unitario que se opene al partido de los Federales controlado por Rosas. Después de casarse con Amalia, Belgrano se mata por los Federales en la casa de ella. La trama enfoca principalmente en el ambiente de la violencia y el terror que existió en Buenos Aires durante la época rosista.

La novela más popular durante la época del romanticismo fue María (1867), escrita por el autor colombiano Jorge Isaacs. El tema de esta novela es el amor imposible y la pasión trágica . El joven Efraín narra esta historia y relata con gran emoción como se enamora con la bella muchacha María y la felicidad que encuentra con ella. Predomina el espíritu trágico, sin embargo, porque María sufre de epilepsia y no puede casarse con Efraín por su fragilidad. Al fin Efraín vuelve al pueblo y descubre que su querida María ya ha fallecido; su amor, sin embargo, todavía dura. Se notan claramente la vitalidad de los personajes y las fuerzas emotivas que los controlan, demonstrando el sentimentalismo que evoca la historia romático.




Romantisismo Español



En España el movimiento romántico tuvo precedentes en los afrancesados ilustrados españoles, como se aprecia en las Noches lúgubres (1775) de José de Cadalso o en los poetas prerrománticos (Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana, José Marchena, Alberto Lista...), que reflejan una nueva ideología presente ya en figuras disidentes del exilio, como José María Blanco White. Pero el lenguaje romántico propiamente dicho tardó en ser asimilado, debido a la reacción emprendida por Fernando VII tras la Guerra de la Independencia, que impermeabilizó en buena medida la asunción del nuevo ideario.

Durante la Década Ominosa en España (1823-1833) vuelve a instaurarse un régimen absolutista, y quedan suspendidas todas las publicaciones periódicas, las universidades cerradas y la mayoría de las principales figuras literarias y políticas en el exilio; el principal núcleo cultural español se sitúa, sobre todo, en Gran Bretaña y Francia. Desde allí, periódicos como Variedades, de Blanco White, contribuyeron a fomentar las ideas del Romanticismo entre los exiliados liberales, que paulatinamente fueron abandonando la estética del Neoclasicismo.
En la segunda década del siglo XIX, el diplomático Juan Nicolás Böhl de Faber publicó en Cádiz una serie de artículos entre 1818 y 1819 en el Diario Mercantil a favor del teatro de Calderón de la Barca contra la postura neoclásica que lo rechazaba. Estos artículos suscitaron un debate en torno a los nuevos postulados románticos y, así, se produciría un eco en el periódico barcelonés El Europeo (1823-1824), donde Buenaventura Carlos Aribau y Ramón López Soler defendieron el Romanticismo moderado y tradicionalista del modelo de Böhl, negando decididamente las posturas neoclásicas. En sus páginas se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a través de un artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo.
Por otro lado, algunos escritores liberales españoles, emigrados por vicisitudes políticas, entraron en contacto con el Romanticismo europeo, y trajeron ese lenguaje a la muerte del rey Fernando VII en 1833. La poesía del romántico exaltado está representada por la obra de José de Espronceda, y la prosa por la figura decisiva de Mariano José de Larra. Un romanticismo moderado encarnan José Zorrilla (dramaturgo, autor del Don Juan Tenorio) y el Duque de Rivas, quien, sin embargo, escribió la obra teatral que mejor representa los temas y formas del romanticismo exaltado: Don Álvaro o la fuerza del sino.


Romanticismo

El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en elReino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra elracionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo es que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se desarrollan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.


Características del arte romántico.

Si en la Ilustración brillaba la luz, en el Romanticismo nos abruman las tinieblas. Bajo el nombre de "Romanticismo" se esconde un grito desgarrador de libertad. Después de la caída de Napoleón, el Romanticismo, es una vía de escape para las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar los principios revolucionarios.
El Romanticismo puede entenderse como la "primera Vanguardia en la Historia del Arte", se inaugura la entrada en una nueva época, la nuestra:

El arte deja de regirse por la doctrina del Clasicismo.
El objetivo principal del arte no es la belleza, sino la expresión y sentimientos que pueden abrir horizontes mucho más amplios.
Emerge un deseo de que aparezca lo nuevo, insólito, oculto, reprimido, en una palabra, lo sublime, lo que está más allá del límite. Esta ansiedad provoca mucho más placer estético que la belleza.
Prima la subjetividad en detrimento de lo objetivo. Por medio del arte se intenta expresar el mundo interior del artista, aunque para ello haya que recurrir a mundos oscuros, penumbras o sueños.
Cobra importancia el tema de la magnitud. Se siente el mundo como algo inabarcable a lo que el hombre es incapaz de llegar. Esto genera un sentimiento de inferioridad y una angustia ante las fuerzas incontrolables de la Naturaleza.
Impera la Historia Nacional. En el Romanticismo se alza el orgullo de las lenguas locales, las raíces profundas de los pueblos natales. Se buscan los orígenes remotos de lo primigenio.
Amor a la Edad Media y sus valores: ruralización, feudalismo y por lo general, todo aquello que rechazaba el racionalismo ilustrado.
Hay un vivencia profunda de la religión.
Se impone el gusto por lo exótico. Se valora lo distinto, de ahí que la mirada se fije profundamente en mundos orientales.



Libertad en el arte, libertad en la sociedad; ahí está el doble objetivo.
Víctor Hugo en el prólogo de Hernani.

Hasta el momento presente el objetivo del arte ha sido la belleza, pero ésta es sólo una pequeña parte de lo que el hombre puede imitar.
Lessing en el Laoconte.